Johanna Ortiz. Un nombre que quizás no suene demasiado para mucha gente que lea esto, pero es, sin duda, un nombre que produce un eco permanente en tu cabeza. De aquellos de los que no te olvidas jamás.
Es innegable que tiene mucha personalidad. De hecho, tiene una personalidad que asusta. Que asusta tanto que te enloquece. Que te enloquece tanto que te crea adicción. Y no hablamos de una adicción sana, sino de ese tipo de necesidad que te reitera a cada momento el sentimiento que producen las ganas de volver a verla.
Me siento frente a la flamante ganadora de la última edición de Operación Triunfo. Aunque hay, considerablemente, menos medios que otros años, no tengo mucho tiempo para estar a solas con ella, por lo que intento ir bastante al grano.
No me extraña que durante su estancia en el programa se reparara tanto en su mirada. Sus ojos, tan grandes y azules, son tan bonitos que asustan. Consigue que todo aquel que repare en ella, no deje de mirarle el rostro.
Dice estar muy feliz, aún sin haber asimilado del todo su victoria. Me la creo. También comenta no haberse percatado, en el momento, de que más del 75% de sus ex compañeros no fueran a felicitarla. Hago el intento de creérmela. No lo consigo.
Virginia Maestro, pese a su rostro un tanto aniñado, goza de una madurez y un temple ante los medios que vienen a demostrar eso de que, a veces, las apariencias engañan, al menos en cuestiones de edad. Escuchándola narrar sus experiencias dentro del reality show musical por antonomasia nadie diría que tiene menos de 25, su verdadera edad.
Es consciente de que es una persona que no deja indiferente. Es muy amada o muy criticada. Ella está de acuerdo con quiénes opinan que eso es una virtud para alguien que ve su futuro encaminado como interprete solista en el mundo de la música. Sin embargo, en las relaciones personales es algo que pasa factura, como se demostró en los más de 100 días que pasaron de encierro en la pequeña pantalla.
Le resta importancia a las diferencias con sus compañeros. A veces peca de diplomática. Le pregunto si se retracta de no haber negado que le hicieron bulling en la Academia. Contesta que cree que no tiene que retractarse de nada. Me sorprende la contundencia de sus palabras. Obviamente viene a demostrar que hubo mucho más roce, si cabe, del que vimos como espectadores.
Se muestra como toda una profesional tanto en la entrevista como en la sesión. Algo que –no sólo agradezco- sino que reafirma las ganas que dice haber tenido de llegase el momento de empezar su carrera musical. Concluye afirmando que no le da miedo la maldición que asegura que los ganadores de Operación Triunfo no triunfen tanto como otros de sus compañeros. “Conmigo cambiarán las cosas”, sentencia.
El tiempo lo dirá.
Se enfrenta a las fotografías y la entrevista con la mayor de sus sonrisas. No es algo que haga porque nos conocemos. También lo hizo la primera vez. Y no debe ser fácil cuando tu agenda de trabajo te obliga a dormir menos de lo que te gustaría.
Tres discos a sus espaldas, varias campañas publicitarias y ser la protagonista del musical de éxito de la temporada podría hacer perder el norte a cualquiera. Pero a ella parece no afectarle lo más mínimo. Sigue agachando la mirada cuándo le preguntan qué tiene que tener un chico para enamorarla, aún sabiendo la respuesta a la perfección -de tantas veces como deben habérselo preguntado-, y sonrojándose al saberse entre una de las mujeres más sexys del país. Tanto, que gira la cabeza al pasar por un quiosco, para no verse en portada del último número de FHM.
Lo mejor, sin embargo, es que sigue contagiando su alegría cuando narra sus experiencias personales o la innegable felicidad que le ha reportado el hecho de haber conseguido convertir lo que consideraba su hobby en su profesión.
Le comento que quiero que se convierta en la primera “mirada” de este blog. Le sale una sonrisa. Suele esbozar una con asiduidad. No es una persona de carcajadas, pero si de sonrisas habituales. De esas que te regala en el cara a cara y de las que rehuye en las fotografías.
No le gusta ser el submarino azul más allá de la red, y le incomoda cuando le preguntan si es él el portador de la maquinaria acuática más famosa tras la de The Beatles.
Alberto no oye, escucha. Y se agradece. También asiente. Y mucho.
Ha aprendido a dejarse guiar más por los sentimientos que por la razón y ha decidido que le importa poco la opinión de aquellos quiénes basan su opinión de él sin haber profundizado lo más mínimo.
Su pasión por la moda va mucho más allá que la de ser uno de los personajes más estilosos del mundo del fotolog. Su asiduidad a tiendas de ropa y revistas especializadas así lo demuestran. Consume muchísima moda pero no necesita de grandes marcas para que sus outfits se conviertan en algunos de los más envidiados.
Le gustan los riesgos. Y se arriesga. Casi siempre gana, y es consciente de ello. Una de sus últimas aventuras empezó con un vodka que ha acabado siendo su estabilidad emocional.
Y aunque el mundo fotologuero esté al borde del abismo, aún puedes seguirle la pista en: http://www.fotolog.com/submarinoazul
Y se bienvenido a su tripulación.
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